viernes, 17 de noviembre de 2017

Ternura/furia

La ternura y la furia, todo junto. Tocarte con la yema de los dedos, con las palmas y el aliento. Recorrerte, perderme en tus rincones. Rozarte con el cabello, esconderme tras él y luego hundirme en lo desconocido. 

Dejarme llevar. Conectarme con mis sombras, gemir, temblar desde adentro, como si se hubieran aflojado los tornillos que sostienen al mundo. Besarte sin tregua, entre el tráfico, en todas las paredes de esta casa. Volverme a perder, morderte los labios para traernos a la realidad. Escucharte gemir una y otra vez.

Abrazarte, presionarme sobre tu cuerpo, frenar las ganas de quitarte la ropa y en cambio, tocarte a través de ella. Borrarte las huellas y dibujarte unas nuevas, que te hagan pensarme mañana o más tarde, quizás. Abandonarme al calor de tu pecho, ceñirme a tu lengua, suspirar. 

Acostumbrarme a la humedad de pensarte, al temblor de que me invadan los recuerdos de esa noche de luna llena. Dejar que me rompas las reglas y me desnudes los prejuicios. 

Sentirte dentro, salvaje y dulce, y luego gritar sin entender nada. Ajustarme al vaivén de tu cuerpo, sin mover un dedo y dejar que  el universo se haga cargo. Pensar en la relatividad del tiempo, sonreír todavía sin creerlo.

Perderme y encontrarme contigo. Cubrirte de caricias, tomar una copa de vino, detener por un momento la locura, recobrar la cordura.

Volver a empezar. 

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