lunes, 21 de diciembre de 2015

Pensamientos prohibidos...

Estos días han sido de una melancolía infinita. Extrañando gente a la que no debería extrañar.

A ver, que si queremos ponernos en contexto, lo nuestro pasó hace mucho y a mi me duele cada vez que tu insistes en abrir esa puerta.

Pero tu te empeñaste en recordar nuestra química sexual. Qué fundamental, qué cosa tan importante es entendernos más allá de las palabras. Y en eso, déjame decirte que sí éramos compatibles.

Lamentablemente, entenderse sólo en la cama no es suficiente.

Tu dijiste que seguro lo nuestro hubiera durado mucho y yo de verdad no estoy tan segura de eso porque apenas meses después empezaste a salir con la que, más tarde, llevaría tu apellido.

Nada supera ese sentimiento, ese pensamiento recurrente que te repite: ¿Por qué ella y no yo?

Cómo duelen todos esos momentos que pasamos juntos, cómo me eriza la piel cuando pienso en las locuras que hicimos. Éramos jóvenes, eso sí, pero como bien dijiste, ¿cómo se puede desperdiciar un momento a solas sin arrancarse la ropa?

Pienso en ti pero no sé por qué, sólo me acuerdo de lo bueno que pasamos. Qué injusticia. ¿O será que no hubo nada malo sólo el hecho de que ahora no estamos juntos?

Es más que obvio que no estamos en la misma página y por eso no estamos juntos. Yo, para empezar, nunca me hubiera ido del país, y no hubiera sido mamá tan joven. Nuestras diferencias son más grandes ahora de lo que antes fueron nuestras coincidencias.

Un suspiro hondo me invade, mi amigo, sigo soñando contigo. Te sueño, te toco y te beso como antes.

Pero luego despierto, aterrizo, vuelvo a mi realidad y me pregunto, a dónde está aquella que fui? Es que la esencia se ha perdido?

Igual no soportaría volverte a ver. O si sucede, capaz me dé cuenta de que no somos los mismos.

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