lunes, 3 de marzo de 2008

El diablo se viste de marca...


Hace varios días, con los cambios de rutina gracias a mi trabajo, me he dado cuenta que el demonio no es aquel hombre horrible, con cachos y cola, totalmente rojo que usan como contraste de Dios y tratan con eso de asustar a niños e incautos. No señor... Más bien a mí me lo han pintado vestido de Armani y con las cualidades casi perfectas.

Después que uno abandona el mercado de la carne (suena frío pero me refiero a que dejas de estar disponible para los pocos prospectos decentes del país y te lanzas al compromiso dejando la soltería) parece como si emanara un dulce aroma prohibido que a todos de pronto empieza a encantarles. Y no sólo eso, sino que parecen ser más perfectos e ideales que tu novio de turno.

De pronto le comienzan a salir virtudes impresionantes, dicen exactamente lo que quieres escuchar. "Mi amor, pero es que a mí me encanta bailar, llego a una discoteca y no puedo parar de moverme". ¡Impresionante! si, y también oportuno. Qué casualidad, después que pasaste un año en la más completa soledad, que tus amigas con novio te excluyeron de sus planes más de una vez y que tu mamá se la pasaba sacándote de la casa porque estabas verde de tanto ver TV, ahora que decidiste compartir tus penas con alguien que más que tu media naranja es tu medio limón, misteriosamente aparecen montones de oportunidades que se esconden tras caritas dulces.

Que si el muchacho que trabaja cerca de la oficina y te vende café a diario. Que si el hijo del dueño de la peluquería donde te haces la manicure, y que decide llegar con su esencia irresistible todos los sábados en la noche a "visitar a su papá". Que si el chamo que conociste en el CADA cerca de tu casa y te ayudó con las bolsas del mercado. Cualquiera es un posible "diablo disfrazado" que amenaza con un atentado frontal a tu integridad y a la de tu relación, que deja de ser agradable cuando la distancia se interpone. Definitivamente la soledad no es la mejor compañera de una mujer atractiva (modestia aparte).

Pero después de semejante descarga, sepan que NO ESTOY DISPONIBLE. Con mi futuro esposo me basta y me sobra para tener suficientes dolores de cabeza. Me soporta (cosa nada fácil) me consta que me adora y hasta en la distancia me acompaña a tomar el metro. Me cela, me protege, me cuida, me pone carácter, en fin, todo lo que una niña malcriada puede pedir. Y esperar.

Recuerdo perfectamente las palabras del Prof. Emeterio Gómez, en un taller de verano que hice el año pasado en Caracas. "¿Cómo puedo saber que soy fiel? Cuando tengo las tentaciones enfrente y sin embargo me niego a sucumbir ante ellas. Si nunca has tenido una tentación enfrente, cómo sabrás que tan fuerte eres? Si has evitado todo el tiempo las tentaciones no puedes decir que le has sido fiel a tu mujer, al menos dí que no la has engañado pero realmente nunca le has sido fiel".

Palabras profundas que nunca he podido olvidar. Demasiado duras, quizá. Pero ahora pienso más en eso. Cuando he tenido a estos "diablitos" en mi cara y los miro a los ojos, viendo que ni yo misma soy capaz de engañarme, estoy segura de que soy fiel. Fiel al extremo, incondicional, segura, realizada, en pocas palabras, feliz con lo que tengo y demasiado conforme. Cuando ya no siento dudas ante tanta belleza masculina junta, y que valoro más el no estar disponible para tanto zamuro, suspiro, y ese nuevo aire me reconforta.

Ya te dije, no estoy disponible, nunca más. Ahora tengo norte, futuro y esperanzas, trabajo por un fin común, pienso menos en mí y más en mi vida. Tengo mi anillo en el dedo izquierdo (el de Licenciada) y en el anular derecho (el de futura señora). Pero de todas maneras, gracias porque con tu aparente perfección, me haz hecho darme cuenta de lo que realmente estoy buscando. Y lo encontré. Este post es para ti, futuro esposo, no sabes cuán orgullosa me siento de estar a tu lado. Y seré más afortunada cuando me despierte a diario con tu imagen pegada en mi mente como una foto mojada. Y quiero que sepas, sinceramente, que mientras más los conozco a ellos, más te amo a ti...