martes, 6 de octubre de 2009

Mosaico...

Todo el tiempo me alargan la fecha... todos tienen una idea diferente...
Que si debemos pasar de los 3 meses, el temido periodo de prueba...
Que si después de los 7 se nota si la relación avanza o no...
Que si el 9 es un número mágico y después de allí nos vienen las cosas buenas...

Pues déjeme decirle, Licenciado, que cada minuto de estos 7 meses y 14 días han sido maravillosos para mí, y que no los cambio por ningún número místico ni por cálculos matemáticos...

Me siento como cual película al mejor estilo de Hallmark Channel... Fresa corta venas, romanticona hasta morir... Yo que buscaba el amor perfecto... tú que llegaste y me lo enseñaste...

Yo que buscaba compartir los sueños y tú que los juntaste con los míos, como un rompecabezas previo...

Yo que quería comerme el mundo... Tú que me tomaste de la mano y me acompañaste...

Y es cierto, adoro tu sonrisa. Adoro verte recién levantado, adoro verte feliz a mi lado. Me reconforta y me calma. Me inspira a escribir, a cocinar, a trabajar y a vivir queriendo levantarme a ser una mejor yo.

También es cierto que odio esperarte tanto. No soporto la distancia y siento que me rindo ante los demonios de mi cabeza. Que te dejo ir y me sueltas la mano.

Pero sin embargo... cuando llegas, cuando te tengo, cuando me acuesto a tu lado, cuando hablamos o almorzamos... eres el catalizador de las cosas malas y el brillo de las buenas... Como una balanza en equilibrio del que ama y es amado... Del que siente y hace sentir... Del que sonríe y hace reír...

Esta noche de lluvia quiero que sientas mi abrazo. Quiero que sientas mis manos, que te toco la cara, que te beso desmesuradamente. Que no me quedo con nada, que te dejo saber todo, que ya no tengo miedo.

Que ya no tengo miedo de perderte porque ahora y sólo ahora... He empezado a amarte y no lo sabes.

miércoles, 22 de julio de 2009

Nostalgia

Nostalgia por ti, por él y por todos.
Por los negros, los blancos, los arreboles.
Nostalgia por querer ver mi flor, mi sol.
Por las aventuras, por el desvelo, por los sueños.
Nostalgia por llegar a casa y verte, abrazarte grandote.
Por querer juntar las cosas o regresar el tiempo.
Por querer cantar y ahogarme en esta nostalgia.
Nostalgia de estar amarrada a este infierno.
Nostalgia porque sé que me esperas y no quieres que me vaya.
Porque no quiero dejarte y tú no me quieres contigo.
Nostalgia porque sé no puedo mentirte, a ti no.
Nostalgia que no es nostalgia, es tristeza.
Nostalgia porque te quiero y no te quiero querer.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El post de la espera…

Hace casi un mes empecé a esperarte y resolví que mientras lo hacía (después de haberte esperado casi un año, que más da hacerlo otro poco) escribiría un post. Estaba segura sin embargo, que ninguna letra que saliera de mí en este momento superaría a su predecesor, pero igual resolví escribirlo para ti y para mi ahora abandonado blog.

Hace días una idea ronda en mi cabeza. Odio el clima de Caracas. No soporto ese frío eterno y ese sol bobo que nunca calienta, que ni siquiera se asoma no sé si por flojera o desidia, pero decide abandonarme a la suerte de mis guantes rosados y mi única bufanda marrón, que combina con mi abrigo. Odio mirar por la ventana y no saber si va a llover o saldrá este sol bobo del que te hablo. De todas formas, te espero, aunque me haya desviado del tema.

Me gusta cuando unos grados de alcohol se atraviesan en nuestras citas. No sólo porque me ayudan a calmar esa ansiedad de primeriza que siento como si nunca hubiese salido contigo, sino también porque me hacen ver estrellas donde definitivamente las hay. Me encanta mirarte a través de una copa de vino tinto en un lugar con poca luz, igual como me gusta mirarte en un antro con cervezas en lata. No es que la bebida simplifique las cosas, más bien ha llegado a darles sentido. Todas las otras parejas idiotas tienen una canción, una frase o un día especial. Pero eso no importa mientras tú y yo tengamos nuestro Cono Sur chileno, “suave y no muy seco, por favor”.

Sueño con que pidamos ese mismo vino tinto en aquel restaurant que me recomendaron en la Bahía de Pampatar. Ya nos veo juntos frente al mar, al aire libre y cerca del señor que me dijeron que tocaba bossa mientras esperas la comida y te veo mirándome a los ojos y tomando la copa, y veo tus ojitos chiquitos y tu boca que no se queda con nada y me confiesa sin mesura lo que pasa por tu mente.

Y mientras tanto, te espero, te espero para calmar los demonios. Te espero aunque no lo sepas, aunque tengas miedo de saberlo, además. Pienso en los bombones, en el amanecer, en mi edredón blanco, en que quizá he sido demasiado dura contigo, en mis piecitos, en el pasticho, en la Isla de Coche. Mientras te espero, también pienso que viene el viernes y que pronto todo se reinventará, pero nosotros que seguimos siendo los mismos, seguiremos estando mientras aguanten el vino y tus besos. Pienso en aviones, en nuestro próximo viaje, en Mochima, en nadar con delfines, en el mocaccino de las mañanas y en la forma en que me ves cuando estoy celosa. En tu carita de dormido que tanto me hace sonreír y en la idea de que algún día rompas tu promesa y me sueltes… No lo hagas, no me sueltes… Sabes que te espero.