sábado, 20 de diciembre de 2008

Sublime...

Pero es que a mi me gusta él, no se lo digas a nadie!

Fue el comentario de mi amiga. OK, eres lindo, alto, aunque para mí te sobran unos kilitos… Bebes mucho, fumas de vez en cuando, te encantan las rumbas y el trabajo. No duermes y tienes un excelente criterio. Tu último trabajo te dejó sin novia y sin familia, casi sin carro ni vida propia, pero gracias a Dios lo superaste y ahora se te ve más feliz. Tienes un blackberry, andas en el face todo el día respondiendo correos y etiquetando gente en las fotos de tus miles de rumbas. Tienes miles de amigos y todo el mundo te adora.

Me extraña porque todos me dicen que te cuide, les importas demasiado. Me siento con una gran responsabilidad y no te dejo tomar más en aquel local nocturno.

Nunca te lo había dicho y quizá no te lo diga personalmente jamás. Me encantan tus abrazos. Me encanta cuando me rodeas la cintura con tus manos, grandes e interminables, como cuando un niño arropa con varias vueltas de brazos a su juguete más preciado. Miro como todas se te acercan y quieren tu atención. Nunca podría estar con alguien como tú. Soy demasiado egoísta y absorbente y de pronto empezaría a sentir que ya no soy el centro de tu ocupado mundo.

Desde siempre, pero más últimamente, te has vuelto demasiado especial en mi vida. Debe ser porque te veo todas las mañanas en ese lugar frío, blanco y estéril, que tu al mirarme haces más cálido cuando llego, impuntual como siempre. Reconozco que aún no sé mucho de ti y que cada día te descubro paso por paso, pero también me impresiona cuánto me sorprendes. Estoy clara que no tenemos mucho en común, y desde hoy también empecé a darme cuenta que cuido mis palabras delante de ti para no parecerte aburrida o simplemente una desquiciada.

Todo el tiempo me interrogas acerca de mi boda. Trato de evadir la pregunta de la misma forma que tú tratas de evadir la respuesta, porque ninguno de los dos queremos escuchar que la posibilidad se ha cerrado para siempre. Quizá yo esté alucinando todo esto y yo no sea en tu vida más que una actriz de reparto, pero el caso es que me gusta imaginarme esas escenas juntos. Te admiro por sobre todas las cosas y las personas, debo decir.

Imagínese por un momento, Licenciado. Usted y yo tratando de comernos el mundo. Ese mundo que a usted le ha quedado pequeño para tantos proyectos y tantos sueños, y yo que siento que en una menor medida lo he ayudado a construir su pequeña realidad. Asegurándole al mundo que de la amistad al amor hay un paso menos que desde el odio.

Pues usted, mi gran amigo y colega, el cómplice de muchos pensamientos guardados, no tiene nada malo que yo deje volar mi imaginación y me vea a su lado, porque después de todo, ni usted es enorme para mí ni yo soy diminuta para usted. Sólo le pido por esta vez que me deje soñar que es posible tener en un perfume guardado el olor de su cabello rizado sobre su cuello, acompañados por su forma de vestir. Y déjeme recordar cómo se le achinan los ojitos cuando esa sonrisa perfecta se deja ver como el sol entre las nubes de un día nublado y se vuelve la creación sublime de un hombre nacido para brillar.

Porque después de tantas revelaciones, no tiene nada malo que cambiemos de estado civil en el Facebook… o sí?.

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